ETAPA 43 DE SAN CIBRAO A VIVEIRO (30 KM)

                             
Uno de los inconvenientes que tiene este Camino Natural Ruta del Cantábrico es algo tan simple como encontrar uniformidad en los mapas. Hemos tenido que utilizar lo que buenamente hemos encontrado.

Hoy nos hemos perdido en una buena parte de la etapa. Así pues nuestros comentarios a lo mejor no sirven de mucho. 😓😓
De todos modos, el enlace sí está correcto.

ETAPA 43 DE SAN CIBRAO A VIVEIRO (GUÍA CAMINOS NATURALES)

La etapa comienza en San Cibrao. Tras 6 Km en los que se atraviesa el polígono industrial, se abandona Alcoa y se atraviesa un paso subterráneo  que da acceso a la Praia de Lago.

Es una playa de arena blanca, de casi un Km y rectilínea. Es algo ventosa lo que la hace adecuada para deportes de vela. Rodeada de pinos y eucaliptos. Cuenta con área de descanso,  zonas ajardinadas y numerosos servicios. Es una playa muy frecuentada.
El camino continua. Senda, carretera y pista se van alternando. Tojar y pinares nos acompañan. Subidas y bajadas adaptándose a la orografía costera. Se ve la Isla de Ansarón.
Esta isla está situada en la costa de Lugo, en la parroquia de Morás. Está incluida en la Red Natura 2000, para proteger su entorno. Tiene 10 ha de extensión, lo que la convierte en una de las islas más grandes de la provincia. Y llega a tener hasta 80 metros de altura.
 mazarico                                       cormorán
Entre sus acantilados, se encuentran percebes, pulpos y aves marinas como el paiño, el mazarico o el cormorán.
Continuando la marcha se llega a la Praia de Portocelo. Tiene 350 metros de longitud. En el municipio de Xove. En una zona semiurbana. Es una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Lugar de Interés Comunitario (LIC). Su arena es blanca y fina y su oleaje moderado. Es una playa tranquila y de fácil acceso.

Dejamos la playa a la derecha y continuamos por carretera. El día está frío al principio aunque luego nos sobraba toda la ropa que llevábamos.
Giramos a la derecha, continuamos caminando entre casas y luego giramos a la izquierda.
Y aquí están los indicadores de la ruta. 
En el jardín de una casa tenían un ejemplar de romero muy grande y en plena floración. Continuamos por esta carretera con ese desnivel tan interesante. 
En la distancia ya se perciben los restos de San Tirso. 
Estos restos arqueológicos es uno de los vestigios mejor conservados de los primeros asentamientos en esta zona. Lo que se preserva son las ruinas de lo que fue la capilla de San Tirso. 
Los trabajos arqueológicos en el lugar han permitido saber que unos 1200 años a C. en  esta ubicación, había un castro. Este castro contaba con un único recinto que poseía una planta en forma de almendra. Los acantilados que abrigan la zona proporcionaban protección natural y sólo era necesario construir muro defensivo en la parte oeste del castro. También han sido hallados restos de dos antiguos fosos con los que contaba el asentamiento.
  
Unos cuantos siglos después de la construcción del castro original, este entorno se convirtió en la ubicación de la capilla de San Tirso.
En el siglo VIII d C. llegó a estas costas un diácono portugués, huyendo del Islam. Se instaló en este entorno y se asentó aquí. El templo religioso fue abandonado por los monjes que lo habitaban, por razones que aún desconocemos.
De todos modos, permaneció como lugar de culto para los vecinos, hasta el año 1920 que se construyó la iglesia de San Tirso en Vilachá. Como vestigios se conservan los muros del recinto y restos de la ermita que constaba de una sola nave dividida en cuatro tramos.
Continuamos a la derecha y nos metemos en una senda, para ir de uno en uno, eso sí, al lado del mar. Entre el mar y la montaña.

El camino es durante una buena distancia, una senda estrecha. Vemos a un lado de la vereda tojar y al otro pinar. Y cuando llegamos arriba, ¡como no! el mar.
                   Alternamos tramos de subida, tramos planos y momentos de bajada.

Esta vez, cuando llegamos arriba, llaneamos un poco  y salimos a una carretera.

Un desvío nos dirige hacia el Faro A Roncadoira. Construido en 1974. Consta de una torre cilíndrica de 14 metros de altura. Su haz de luz alcanza los 40 Km.
Su ubicación hacen del Faro un excelente mirador de todo el horizonte del mar Cantábrico, la ría de Viveiro, islas de Os Farallóns y la de Sarón. Además es posible divisar la isla Coelleira que es una de las mejores reservas ornitológicas de toda Europa en la que se encuentran más de 15000 nidos para especies que emigran hasta el norte de Europa y Groenlandia.
Una vez cruzamos la carretera, seguimos de frente, ahora bajando y aquí es donde nos perdimos. De todos modos, teníamos cerca, muy cerca el mar y también el bosque, pinos, tojos, eucaliptos, .. 

Playa de Muiñelos. Se encuentra situada en un tramo de acantilados conocido como ensenada de Muiñelos. Tiene una extensión de 150 metros, es de cantos rodados y arena. Su agua posee un alto contenido en yodo.

El paso ahora es estrecho, descubrimos huellas de jabalí. Nos metimos en un monte de eucaliptos, huele muy bien. Nos habíamos perdido.
En el monte no había senda, ni señal, ni nada. Después de explorar un poco las opciones acabamos al borde de un cercado con caballos y cerca un camino. Aunque no teníamos ni idea de por donde andábamos el hallazgo nos animó mucho.
                    
Después de algún giro a la derecha acabamos en este  camino con rodadas. 
Acabamos atravesando un monte de eucaliptos. Al salir del monte, muy cerquita, el mar.
Y seguimos caminando. Una vez salimos del eucaliptal ante nosotros se nos presentó una subida de una gran pendiente. Una vez empezamos a subir, por un lado teníamos el pinar, también algún eucalipto, por el otro lado había helechos y a continuación, cerquita, por supuesto, el mar.
Y al llegar arriba, Vemos la señalización de Pico de Coido. 
Y aquí paramos para hidratarnos y comer una fruta, unas galletas, gominolas y .... disfrutar de la maravilla de paisaje que nos estaba esperando arriba.
Sigue el paseo por el monte, entre eucaliptos, senda estrechita para ir de  uno en uno en algunos momentos y un poco más ancha en otros. Después de la subida y del tentempié vigorizante, seguimos con muchas ganas.

Hemos tenido subidas, momentos de llanura y bajadas y atravesado montes con eucaliptos, pinos, tojos, ... En algún momento muy cerca del acantilado.
Sabíamos que nos habíamos desviado de nuestra ruta y nuestra intención era encontrarla. Sacamos unas fotos en el miradoiro de Antimil y proseguimos.
 Tomamos algún que otro atajo.
Y salimos a esta carretera. Aquí nos encontramos con un señor muy amable que nos indicó por dónde seguir para llegar a la playa de Esteiro. 
La vimos a través del arbolado, pero llegar a ella nos llevó su tiempo.
La Playa de Esteiro es un arenal con arena blanca y fina. Tiene dunas. Tiene unos 400 metros de longitud. Se ubica en un enclave tranquilo y poco urbanizado. Es ideal para practicar deportes acuáticos. De echo encontramos a una persona que se estaba preparando para meterse en el agua y surfear. 
Esta persona nos explicó que lo próximo que vamos a encontrarnos es la Playa de Portonovo.

Es una pequeña cala situada en un entorno natural. Tiene unos 175 metros de longitud. Es pedregosa y su acceso no es muy cómodo. Es recóndita y apacible.
Y salimos de la playa de Portonovo rumbo a la Playa Area. 
Caminamos por el monte, la carretera, atravesamos el núcleo de Faro y vamos llegando a la Playa Area.
Siguiendo las indicaciones, otra vez tenemos que andar por zona de monte y luego ya vemos cerca la playa. Hay columpios, aparcamiento parque, paseo peatonal empedrado, ...
Estábamos llegando.
La Playa de Area es de arena blanca, aguas cristalinas y tranquilas, con forma rectilínea y con dunas en sus inmediaciones. Está en la ladera del monte Faro. En uno de sus lados se localiza la isla de Area, que es un importante refugio de aves marinas que dota de gran biodiversidad a este enclave. Ha sido merecedor de la Bandera Azul. Además se pueden practicar deportes náuticos. En su entorno es posible visitar los restos arqueológicos de la villa romana de Estabañón y de la villa medieval de Arenas, que fue destruida por la acción erosiva del mar.

Y aquí necesitábamos hacer una parada. Nos hacía falta recuperar fuerzas. Sabíamos que ya faltaba poco para llegar a Viveiro y a la hora que era ya teníamos algo de hambre.
Repuestas nuestras fuerzas reanudamos la marcha. Por carretera, en subida.
Fuimos atravesando Celeiro.
La playa de Celeiro es una pequeña playa urbana de arena blanca y aguas tranquilas. Está ubicada junto al puerto y a tan sólo un km del núcleo urbano de Viveiro. Cuenta con una longitud que ronda los 100 metros. En su proximidad cuenta con un pequeño paseo marítimo dotado de todo tipo de servicios y en su entorno existe un astillero.
Y ya todo carretera para llegar a Viveiro donde nos esperaba Marisol para comer todo el grupo junto.
Viveiro es una ciudad con más de 900 años de historia, con un casco urbano excepcional, donde se pueden descubrir monumentos artísticos de gran interés

                  Puerta de Carlos V                            Puerta da Vila
como la Puerta de Carlos V, la puerta da Vila o la Puerta do Valado. 
Puerta do Valado
Son tres de las antiguas que aún se conservan de las seis que tenía el recinto amurallado.
                
                  Iglesia de Santa María           Iglesia de Santiago-San Francisco
Las iglesias parroquiales de Santa María y Santiago-San Francisco. 
Empinadas calles gremiales como a Zapatería, Ferreiros, o Forno, Pescadería , ...
Casas con corredores, balconadas y galerías acristaladas ,...
Sus fiestas, romerías, tradiciones y eventos multitudinarios entre los que destacan la Semana Santa, declarada de interés turístico internacional, el Resurrectión Fest,  la Rapa das Bestas, la Romería del Naseiro y la Mostra Folklórica Internacional.
Las brisas marinas del Cantábrico sobre Viveiro son como un soplo benéfico de aire yodado que limpia y carga a las personas y al medio ambiente.
Llegamos, nos sentamos y comimos todo el grupo, compartiendo nuestros alimentos. Marisol había hecho unos frixuelos exquisitos para el postre, la verdad es que en el camino nos estábamos acordando de los frixuelos de Marisol y se nos hacía la boca agua pensando en ellos. El mejor fin de jornada que pudiéramos imaginar.

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